
Todos estos últimos eventos
(el Random de Casella, los Trois Tangos
de Axel, la Trastienda Portuaria de agosto)
estuvieron matizados de charlas filosóficas
y algunos temas se han mostrado recurrentes.
Desde distintas perspectivas
(unas más académicas, otras más
del campo de lo popular)
los músicos se preguntan cómo hacer
para que la interpretación S. XXI
se mantenga viva,
y que la representación
no sea sólo una repetición
de acuerdos previos.
La vieja y sabia frase de Casalla:
(-A ensayar en casa, y de joven!)
se ha citado mucho estos días...
...
Tiene sentido, en el siglo XXI,
mostrar a una audiencia X
lo bien que hemos ensayado
una música X
tocándola prolijamente en vivo
de acuerdo a voluntariosas
pautas preestablecidas
en los ensayos?
Tiene sentido, para el músico académico
reproducir un estilo de ejecución
laboriosamente trabajado en duras clases
y fiel a la corrección purista?
Hasta qué punto se ha vuelto conservador
cualquier tipo de estilismo?
No es todo demasiado apocalíptico
y opresivo hoy
como para pretender que los artistas
(¡justamente los artistas!)
hagan ¨las cosas como deben ser¨?
Qué adjetivo prosaico y feo
es ¨coherente¨
cuando es aplicado a un artista!
Cuál es el sonido del violín
cuyos vectores apuntan al futuro?
Cómo suena la música de mañana?
Se lleva bien mi humor de hoy
con lo que he decidido ayer?
...
Mi amigo el cómico Hugo Varela
al verme con esta barba, me ha dicho:
-Me encanta! Te da un carácter...
...que no tenés!
Ocurrente!