lunes, 20 de agosto de 2007

PSICODELIA ARGENTINA



Cuando cumplí quince años
tocaba el clarinete aceptablemente
y leía bien a primera vista

Entonces
mi padre me conseguía trabajos extraños…

Esta era la Orquesta Internacional
estoy sentado, segundo a la izquierda

El trabajo se trataba de ir los domingos,
muy temprano, al barrio de la Boca.

Allí se reunía la orquesta
y nos dirigíamos a la iglesia
que ese día estuviera de santo
(cada domingo hay una festividad diferente)

Nos daban unos viejos uniformes arrugados
Y unos sombreros con una gran i en el frente

Los fieles sacaban extrañas estatuas de la iglesia
e iniciaban una procesión
y nuestro trabajo consistía en caminar tras el grupo
tocando bizarras canzonettas italianas
e himnos especiales
que leíamos en cuadernos manuscritos
casi negros de la vejez y el uso

Hacia el mediodía ya se había reunido gente
Y nos subían a un barquito, en la ribera.

Tocábamos, mientras
daba una vuelta el santo por el río

Se arrojaban bombas de estruendo
y las viejas italianas
cantaban y lloraban

A veces nos tiraban flores

Después volvíamos a la iglesia
Y en la puerta nos convertíamos
En una especie de jazz combo
Para entretener la merienda
que preparaban para los presentes
señoras amables y raras

Al caer el sol, nos pagaban y nos íbamos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaja..yo te conocía en esa época y nunca me contaste así la cosa...Me gusta esa reconstrucción literaria de la vida cotidiana, ese extrañamiento ante lo que para cualquier otro sería común. Es como con los sueños: creo que la literatura se inventó para poder recordarlos cuando despertamos.