domingo, 6 de mayo de 2007

EL PRIMER DIA EN EL BASTION DE LACROZE



Conocí el Bastión de Lacroze en los primeros años 80s.

Era el reducto donde vivía Marcelo Arbisser, el Colorado. Un verdadero prócer de la escena porteña.

En esa extraña casa, en la que el Colo convivía con una veintena de pianos, se tejía la contracultura y cada noche allí dejaba estímulos duraderos.

Allí se podía encontrar uno con Luca Prodan, Melingo, Axel, Diego Chemes, más una galería de freaks a los que, incansable, atraía el Colo con su carisma.

Conciertos a veinte pianos, reuniones imposibles entre artistas, atmósfera ultracreativa.

El Colorado murió en los 90s, después de una década de heroica resistencia, y su velatorio, allí mismo, parecía un happening.

Diego Chemes habitó luego el Bastión durante años junto con Agatha Fresco, y cuando finalmente pensaron en mudarse, yo justo estaba separándome.

Así que fue de lo más natural: el Bastión de Lacroze era el útero creativo más estimulante de Buenos Aires para mí.

Esta foto documenta mi primera tarde allí.

Del Bastión han salido prácticamente todas mis obras.

Ahora, un año atrás, una gris inmobiliaria lo ha arrebatado para su inminente demolición.

Seguro será reemplazado por una fea y rentable torre.

Pero nosotros nunca lo olvidaremos.



1 comentario:

Anónimo dijo...

algo así como el ágora convertido en olimpo, pero claro, sólo olimpo cuando lo habitan...tu ya sabes quienes.
pareces sacado de mi libro de historia del colegio.